Me encantaría ser libre, poder ser enteramente yo, sin restricciones, sin miedos, sin nada que me impida gritar o reír hasta que no pueda más. Estaría bien, aunque solo fuese por un día, no pensar en nada, hacer cuanto quieres y del modo que quieres, decir lo que sientas y no mirar nunca atrás, ser aceptada por lo que eres, pero, ante todo no ser juzgada, por cometer errores, que simplemente vean que eres humana.
Ahora toca despertar y volver a la realidad, ya que, al final del día solo estoy yo, enjaulada en una cárcel de cristal, viendo los días pasar, soñando despierta y con algo en el pecho que no me deja respirar.